LITERATURA

Wednesday, July 26, 2006

DEFENSA PATRIMONIAL PUEBLOS ANDINOS / SANCHEZ LIHON

INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA DEL PERÚ
Y CAPULÍ,
VALLEJO Y SU TIERRA

CAMPAÑA

DEFENSA DEL PATRIMONIO DE
PUEBLOS ANDINOS


Danilo Sánchez Lihón

– Y, ¿qué es lo que más le gustó del Perú? –pregunto con curiosidad a una turista que me hace saber que conoce nuestro país.
– Los tejados de sus pueblos andinos.– ¿Así? –me admiro yo más todavía– ¿Y por qué es predilección?– Porque representa muy bien su cultura. Los techos son muy protectores, parecen alas de palomas que acurrucan a sus polluelos. Es muy bello verlos, es único, en verdad ¡maravilloso!
Sin embargo, estos techos ahora los estamos destruyendo reemplazándolos por edificios al estilo occidental, hechos de latas, plásticos, cemento y toda la chatarra producida por las fábricas y no por nuestras propias manos como son las tejas o el ichu de las jalcas.
Los pueblos son patrimonio e identidad irrenunciable. Defendamos la originalidad y lo genuino del alma de nuestros pueblos.
Los tejados no solamente son bellos sino que simbolizan mucho más, son la línea fronteriza entre lo terreno y lo divino y hasta contienen la trascendencia de una comunidad. En su defensa, he aquí unas páginas:


LOS TEJADOSDE MI PUEBLO

"Y llorará en las tejasun pájaro salvaje"César Vallejo

1. Y ¿cómo llegó el mar hasta estas cumbres?
Desde "El Mirador" de mi casa en Santiago de Chuco, al cual subimos siempre –porque tenemos arriba un jardín de flores que cultivamos en macetas, como: cintias, pensamientos, alhelíes, gladiolos y geranios– miro desde allí un mar de tejados de las viviendas de mi pueblo. Bajo el techo de enfrente, de tejas viejas, estrechas y musgosas, queda el horno de hacer pan, de mi abuela Sofía.
Los techos en verdad son mares u océanos, de oleajes ondulantes, apacibles o encrespados, aparentemente inmóviles pero bullentes por la vida que hay debajo. Pero mar al fin, mar de arcilla en razón del agua que cae del cielo, del aire que sopla hecho viento y del fuego que refulge en el sol; confeccionado de tierra amasada, rizada y puesta a hornear en las tejas o del ichu tendido que crece y se trae desde las jalcas y que ahora brilla iridiscente con las gotas de plata de la última lluvia.
Pero, ¿cómo es que el mar subió hasta aquí, a estas serranías? O, más bien ¡cómo es que se quedó en estas cumbres!, ¡porque antes el océano estuvo aquí! Eso nos ha explicado el maestro en la escuela y, aunque parece mentira, si lo dice el maestro es verdad.
Pero, es más: yo creo que los techos no solo son mar, sino que son barcos que navegan, mástiles de chalanas hundidas que bogan en tierra; quizá incluso quillas de navíos rumbo a las estrellas, la cofa del bajel que es el globo terráqueo.
Son los techos las puntas de cometa que se desplazan vertiginosos por el espacio sideral; atalayas hacia el infinito, frontera entre cielo y tierra, bordes de la eternidad que ya sabemos que tiene orillas, como el mar. Eso son los techos, las riberas de la eternidad.
Son las utopías ya realizadas o visibles; lo más alto a lo cual hemos llegado, aunque lo triste es que vivimos debajo de esos sueños. Sólo se vive más alto que los techos cuando se los contempla desde las colinas, avizorando los pueblos en la lejanía.

2. Los techos son como los hombres
Pero, desde el altozano de "El Mirador" aprendo a reconocer también que los techos, como los hombres, tienen categorías: según la línea de la cumbrera, la calidad de las tejas y la forma de los aleros. Eso sí, esto tendrá que cambiar algún día, para hacer un mundo más justo.
Así, hay techos indigentes, torcidos en su línea alta, cubiertos de pedacitos de tejas recogidas de otros techos derrumbados, con magueyes partidos o añosos, con carrizos al aire libre, como coinciden en ser, casi siempre sus dueños.
Son techos de mujeres envejecidas que no constituyeron hogares, o que hace tiempo perdieron a sus maridos, o de labriegos sin tierra, o de artesanos acosados y entristecidos por la pobreza.
¡Claro! Antes que estos están los techos de paja que son de casas rústicas o míseras, de familias de huérfanos, o de esposas abandonadas, o de ancianos impedidos; o sino de hogares llenos de chiquillos menesterosos.
¡Esos techos son amarillentos, como pelo de perro sobre el cual moja inclemente la lluvia! Están hechos de tallos de trigo, de rastrojos huecos o, en el mejor de los casos, del ichu de las punas y los pajonales, del cual vienen cargados los pollinos al pueblo.

3. ¿Cómo ando por los caminos?

– ¿A cuánto vendes la carga de paja? –preguntan las ancianas de las afueras del pueblo al ver al hombre que pasa con sus burros cargados de paja brava, o ichu.– A cinco reales cuesta, mamita.– Y, ¡por qué tan caro, Dios del cielo! Cómo se está poniendo la vida, ¡Dios bendito!
– ¡Es paja de las alturas! ¡Paja larga y fuerte, madre!– ¡A ver! – Téngalo y verá.– ¡Y por qué haces tan flojos los atados, Santo Sepulcro!
– ¡Qué más apretados pues, mamá! ¡Si estuvieran flojos ya se hubieran derramado los tallos por los caminos! Vengo de la jalca, estoy caminando desde anoche, he cruzado la amanecida y llego recién ¡mire a qué hora! ¡Y sin comida!– ¡Qué va a ser de este mundo! ¡Señor, a dónde llegará esta vida!– ¡Dos días me demora traerla desde la jalca! Y, ¿cortarla? Y los pollinos, ¿qué comen? Y yo, ¿cómo ando por los caminos? De hambre. ¡Qué más barato pues, señora!
– Apéalo, ¡qué lo vamos a hacer! Pero me lo subes y me lo dejas en el altillo, porque estas gallinas lo van a picotear y a regar las ramas por el suelo. ¡Ya no sé qué hacer con estos animales!

4. Techos donde crece la "flor de piedra"

Hay otros techos, que distinguimos porque sus tejas son angostas y hondas, de un rojo oscuro, como el poncho de los jinetes en los caminos, casi siempre cubiertas de un musgo verdoso por el lado en que corre el agua y de un liquen de color verde claro, que llamamos "flor de piedra", por el lado en que las tejas tapan las canaletas.
Son los techos de las casonas antiguas donde viven caballeros temblequeantes y señoras de mantilla, con muchachotes que cargan sus reclinatorios de terciopelo carmesí, con bordes de cremalina, camino a la misa del domingo en la iglesia del pueblo.
Pero, hay un techo que han hecho de calamina, que sus dueños, advenedizos, llegados no sé de dónde, han pintado de rojo, sin duda por la vergüenza que eso les ha producido.
El Municipio del pueblo ya los notificó diciéndoles que son indignos, que no serán consentidos, que daña y adultera el alma de nuestro pueblo. El mismo Alcalde hemos oído que le ha dicho al dueño de esa casa:
– ¡No señor. O cambia ese techo o se cierra el establecimiento!
Felizmente ya lo cambiaron porque los padres de familia de las escuelas acordaron no comprar ningún producto de esta tienda y sólo por tener techo de calamina.

5. Tejas de un rojo encendido
Hay los otros techos nuevos, de tejas de un rojo encendido, tirando para naranja y que trato de distinguir de cuál de los hornos del pueblo han sido comprados, porque eso lo reconocemos desde lejos; o del evangelista de la Parva de la Virgen, o del horno de Pueblo Nuevo.
Son techos de construcciones recientes, de comerciantes prósperos, de dueños de tiendas de abarrotes o de flotas de camiones; de contratistas de madera para las minas de Quiruvilca o de algún dueño de hacienda que va a pasar la mayordomía del Apóstol Santiago.
Estos techos son airosos, frescos y galantes. Ostentan riqueza. Por ellos el agua escurre acicalada y los pocitos que hacen las goteras al caer son una línea fina y pareja en el suelo.
Desde "El Mirador" yo veo que las aves no se atreven a posarse en ellos, juegan a hacerse el amor en los techos viejos. Ellos prefieren esos techos que tienen las líneas torcidas, la curva del algún temblor en su cumbrera, hierbas entre las tejas irregulares, restos de cañas y de colas de cometas; y quizá de lloros y suspiros de sus dueños que viven debajo de sus sombras apacibles
.


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Saturday, July 22, 2006

POESÌA / VÌCTOR UNYEN

Retazos de Tiempo


De: Víctor Unyén Velezmoro

Maestro, discordar es una tangente
que cruza dos líneas, que partiendo de un mismo punto,
se proyecta en sentido diferente.
La diferencia
tiene origen común
en la premisa de una coincidencia.
Nosotros somos coincidencia de una diferencia.
La vida es un número impar en el infinito,
sucesión de experiencias inconclusas, retorno a vientres primitivos,
renacer nuevamente a la esperanza.
La esperanza es una interrogante sin punto
en órbita inconclusa.
Maestro, hay puntos finitos
que pueblan en paralelo el universo.
El universo es compendio de energía total,
sumando de constantes e inconstantes que regulan mediante leyes
el comportamiento humano.
Peregrino he descendido a los umbrales del miedo,
recorrido la distancia que me agita; superado,
me he levantado de la ruina
para alcanzar la gloria del éxtasis.
El éxtasis es un estado superior de la conciencia
en el cual los poetas dialogan con los dioses.
Programado he viajado por mares sin puerto,
poblado de células arenales sin nombre.
Humano, respirando vida en cada huerto ileso,
transitado entre dados curvados por la asfixia que hiere los pulmones.
La contaminación es morir al contado,
es desandar lo andado.
Es opacar la belleza de las flores.
La vida en ciclo de espiral oscila cual péndulo de tiempo
en límites de espacio
El espacio está regulado
por puntos cardinales que se cruzan y entrecruzan
entre líneas paralelas.
Maestro, desde siempre mis pasos rutinarios han recorrido kilómetros de historia computarizada en ADN.
Crucificado entre dudas y temores dejé viajar el pensamiento
por caminos diferentes. ¿Si dejara de ser?
¡Pienso! Sería deambular dentro de mí
la sabia inconmensurable de lo gris.
Lo gris, es la inercia que incita a morir.
Morir
es silenciar el canto de las aves, es caminar sin levantar polvo,
es cargarse de energía cósmica.
¿Seré la voz de la conciencia?
¡Tal vez seré oído! Sentiré el latido de la sangre
porque pensando sé que aún vivo. Y en la rutina de las tardes solitarias,
he sentido temor que mis pasos andariegos
no dejen profundas huellas en las conciencias más oscuras
y audaces de mi pueblo. El temor es un dardo que se clava
en el vértice del encéfalo, alterando el equilibrio
entre el ser y no ser.
Mi temor tiene el color de la noche. ¡No temáis hermanos! El temor es como el viento
que se disipa en la rutina.
Mis pensamientos ya divagan con rumbo de nostalgia
por caminos de vértigo.
Viajan en la penumbra
de las tardes inciertas bordeando el diámetro
de la conciencia
acuarelada de negro.
En el vértigo del éxtasis
me he quedado solo.
Un Cristo abandonado
a las pasiones ocultas
de los hombres.
¿Dónde están mis apóstoles?
¡No los veo! Son sólo sombras
que se mueven con el viento.
El retumbar de un viejo camión
que alborota la tarde impregnada de silencio , es una nota discordante en el
pentagrama natural de la rutina.
La sirena de una ambulanciO
cortando la noche, es una oleada de viento
que entumece los tímpanos.
La rutina es morir a plazos.
En la penumbra de las noches solitarias mis versos adquieren la nostalgia
de las tardes mudas. ¡Oh dioses míticos! / iluminad el aura de mi gnosis.
Permitidme
descubrir la dimensión del infinito, sin atormentar la sustancia gris
de mis neuronas.
De dendritas
con su belleza estrellada,
se han versado poemas inconclusos, la Novena Sinfonía de Beethoven,
¨Guernica¨ de Picasso, la ¨Divina Comedia¨de Alighieri,
los Heraldos Negros de Vallejo.
Soliloquio de múltiples yoes.
Construí puentes sobre el curso
estéril de los ríos secos.
Pentagramas con el giro
matemático de los astros.
En cada anillo negro descendí
a la dimensión desconocida, donde moran inmortales
los poetas olvidados de la tierra.
Con poemas
levanté polvareda de millones
de átomos ionizados; de esperanzas,
cubrí cada rincón de barrio pobre
que pueblan las orillas del universo.
Embriagado de nostalgia
hurgué en el umbral de lo ignoto,
entre notas discordantes
rescaté el eco de lo extraño.
Sin brújula
navegué en las aguas de lo incierto.
Buscando el rumbo
me reencontré as si mismo.
Hoy, mis versos tienen el mensaje sonoro
de las tardes silenciosas que cortan al viento
roiéndolo a pedazos.
Viajan en la penumbra
de las noche solitarias revestidos de nostalgia
por caminos de vértigo.
Mujer, con mis toscas manos
palpé la dimensión desconocida.
Hombre. quiero volar tras el viento
en busca de la incógnita del infinito.
Maestro. con puntos y líneas
reconstruí la historia en retazos de tiempo
palpé la dimensión desconocida.
Hombre. quiero volar tras el viento
en busca de la incógnita del infinito.

Wednesday, July 19, 2006

POESÌA / ÀNGEL GAVIDIA

EL CACTUS Y EL ARROZ

Casi anfibio, el arroz;
cuando su infancia dirìase un renacuajo hecho de clorofila
El cactus, por su parte,
como esos niños pobres
atesorando la màs pequeña gota de rocìo para sobrevivir.



INOCENTES, COMO DOS BELLOS ANIMALES


Inocentes, como dos bellos animales
retozando sobre sàbanas verdes como en un pastizal;
despuès
sudorosos aùn y enternecidos
bajando ingenuamente
por el camino arisco
a tomar agua.


ERA UN ARENAL

Era un arenal
y en èl
una choza de esteras.
En la choza
un hombre,
un perro ,
y
un geranio;
es decir,
el urgente y esquivo vaso de agua
compartido sabiamente entre tres.



Angel Gavidia

Friday, July 14, 2006

LIBRODE PERCYROBLES




A PROPÓSITO DE
“EL CHIMBOTE QUE SE FUE”:
REFLEXIONES SOBRE NUESTRO PASADO
Dante Lecca

Felicito a Percy Robles Guibovich por haber publicado recientemente “El Chimbote que se fue”, en parte memorias, en parte testimonio, que resulta muy interesante y sugerente y que nos motiva a reflexionar sobre el pasado de nuestra ciudad; libro destinado, como el mismo autor lo señala en la dedicatoria: “A mis hijos Tatiana, Percy y Cecilia, les cuento para que les cuenten a sus hijos. Es su deber y derecho saber y entender la historia de sus ancestros”.La intención de Percy al escribir este libro es revalorar, contando, el Chimbote de su infancia; habiendo nacido en 1938 sus recuerdos abarcan las décadas del 40, 50 y 60, deteniéndose en el terremoto de 1970; son 30 años de recuento, no histórico, ni sociológico, sino personal y familiar, y como tal debe ser tomado, en su justa dimensión, su mirada particular de lo acontecido en esos años en nuestra ciudad.Lo que nos cuenta el libro no es lo que Chimbote fue, sino lo que Percy Robles siente y piensa que fue; lo que resulta un testimonio personal de primera mano que nos sirve como una referencia importantísima para comprender nuestra historia y nos genera una serie de sensaciones y pensamientos, nos invita a reflexionar sobre el pasado de Chimbote. Toda voz cuenta, toda opinión vale, cada testimonio es un aporte que enriquece, pues es vida misma pensante, no solo de nuestra realidad, sino del propio mundo. Como dice Ortega y Gasset en el colofón de la Historia de la Filosofía de Julián Marías: “Cada vida es un punto de vista sobre el universo”.Si analizamos el libro “El Chimbote que se fue” nos topamos con una estructura invisible, no señalada explícitamente, de seis partes bien definidas: una introducción donde el autor plantea su intención de contar la riqueza paisajística y costumbrista de Chimbote; cinco capítulos que cuentan de la vida familiar de Percy; 23 capítulos que tratan de la vida cotidiana de Chimbote de esos años; una sección de misceláneas con datos curiosos; una especie de anexos con cinco artículos del autor publicados en diarios locales; tres poemas de poetas amigos, manuscritos, intercalados en el conjunto del libro; una sucesión de 45 magníficas fotos de diversos fotógrafos que retratan a Chimbote en diferentes facetas; más la reproducción de un dibujo de Marco Leclere y dos pinturas de Alfredo Alcalde y Alberto Quintanilla, dedicadas a Percy Robles.Obviamente, las secciones que denomino “vida familiar” y “vida de Chimbote” son las que contienen el espíritu narrativo de la obra, encontrándose incluso inserto, en medio del libro, un artículo de seis páginas escritas en el 2000 por su padre, Pedro Robles Ronceros, antes de fallecer, titulado “Mis sesenta y tres años en Chimbote”, que abarca desde su llegada a este puerto en 1937, proveniente de Barranca; páginas que reflejan, en todo su esplendor, la bahía de ensueño de entonces, frente al pequeño poblado de la caleta.El mar, las calles, las costumbres, las comidas, la alegría y vida casi bucólica de esos tiempos están retratados de una manera magnífica en “El Chimbote que se fue”, que seguramente más de un lector suspirará y soltará una lágrima por el paraíso perdido. Chimbote, dice Percy Robles “tenía una playa hermosísima sin principio ni fin, con arenas color oro besadas coquetamente por su límpido mar azul pastel que cubrían maruchas y muimuyes, carreteros que por miles danzaban un alocado ballet al son de las olas”.Por supuesto que Percy Robles nos cuenta del Chimbote antes de la industria pesquera y siderúrgica, antes del fenómeno de las migraciones, que han hecho del Chimbote actual una ciudad, efectivamente, de todas las sangres. En este sentido, cabe reflexionar, ya que he escuchado mentar este tema algunas veces, sobre quiénes son realmente chimbotanos. ¿Los descendientes de los antiguos huanchaqueros? ¿Los descendientes de los miles de serranos provenientes de Cajamarca, La Libertad, Ancash y otras partes del Perú? ¿Los descendientes de los extranjeros chinos, japoneses, italianos, yugoslavos, españoles, sirios y otros? ¿Los descendientes de los migrantes de la costa norte, Lima y el sur del país?La historia que nos cuenta Percy Robles, hijo también de migrantes, pues su padre, de apellido Robles, nació en Pativilca, y su madre, de apellido Guibovich, siendo chimbotana fue hija de un salaverrino (Trujillo), descendiente de un croata (una parte de la ex – Yugoeslavia); es una historia que nos confirma que Chimbote es producto de todas las sangres, debiendo desterrarse por completo, a estas alturas, el retintín de chimbotanos netos y foráneos.Los mismos huanchaqueros vinieron de Huanchaco (Trujillo). Si bien es cierto que el lugar, el territorio que abarca hoy Chimbote y Santa, permanece como un escenario de culturas antiguas nativas (esto se lo he escuchado al Dr. Lorenzo Samaniego, destacado arqueólogo que ha aportado mucho en el conocimiento de nuestro pasado); la constitución de su población contemporánea, que viene del siglo XVIII al siglo XXI, es variopinta. Corre por nuestras venas sangre europea, andina, asiática y negra; como dice el dicho “Quien no tiene de inga tiene de mandinga”.Es un mérito del libro “El Chimbote que se fue” destacar el aporte de los extranjeros, junto al de los chimbotanos presentes; sin embargo quiero mencionar que Percy Robles comete una omisión muy seria porque no valora el aporte de “los serranos”, quienes, independientemente de su rol, han pasado a ocupar puestos de importancia en nuestra sociedad, caso de los empresarios pesqueros Guzmán Aguirre y Eudocio Martínez y de otros líderes destacados; además de los descendientes de los serranos nacidos aquí, que casi somos todos.Todas las sangres han contribuido al poblamiento de Chimbote, unos más otros menos; y entre los que más han contribuido habría que destacar a los poligámicos, o sea, a los residentes de Chimbote que han tenido varias mujeres, caso del abuelo de Percy, don Julio Guibovich Ramirez (capítulo “Mi abuelo Julio”, pags. 97-100), donde se relata que tenía seis mujeres oficiales (Sara Amésquita, Petronila Chang Córdova, Mercedes Mendoza, Susana Chávez Carbajal, Cristina Cabrera y Elcira Castro), con todas ellas tuvo hijos reconocidos, pero, dice el autor “hubo otros casos en los que no los reconoció porque las señoras tenían marido y ellos cargaban con el hijo; pero Chimbote era tan chico que mis tías y mi mamá decían ese o esa también es mi hermano o hermana”.Chimbote de los años 40 era, pues, un pueblo chico, pero también “un infierno grande”.
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DEMETRIO QUIROZ MALCA

DEMETRIO QUIROZ MALCA

DIOS DE LA NOSTALGIA

Angel Lavalle Dios

Dos hitos temporoespaciales antípodas, me acercaron al poeta Demetrio Quiroz Malca, sanmiguelino cajacho: uno, en 1965, en Trujillo, en mis aurorales años de bisoño estudiante universitario, cuando apareció y leí su libro de poemas “JUDAS”; otro, en 1992, en Chimbote, durante las postrimerías de mis afanes laborales como docente universitario, gracias a la nostálgica entereza de su paisano el poeta Víctor Hugo Alvitez Moncada, afincado en la tierra de la siderurgia y la anchoveta. Fue a propósito del deceso de Demetrio y del encuentro casual de Víctor Hugo, con la que fue la última obra poética de aquél: “DEL MUNDO EN QUE VIVIMOS” (Concytec 1990).

Entonces la necesidad de una acercamiento más atento hacia las profundas intimidades artísticas y humanas de Quiroz Malca, paisano del fino Dios de la Nostalgia, empapado de lluvia y de terruño, de amor filial y pannaturalista, de tradiciones y habitantes de su natal San Miguel de Pallaques; pero, asimismo, hondamente preocupado por el ser y el deber ser del hombre y de la humanidad.

Intimo, coloquial, sincero, uno más entre nosotros, humano habitante, conciente y concientizándonos sobre las precariedades maravillosas de la vida nuestra, y sobre la necesidad de asumirla a plenitud y con optimismo. Y con las preocupaciones pedestres, la elevada altura del verbo: épico, pletórico de mundo y vida, peregrino aventurero, embelesado soñador. Tal íntegro poeta, total y cósmico contra la muerte que ya veía venir, cual “yedra implacable, repentino/ alud, latido enervante que crucifica/ el sueño, la palabra .../ por decir lo menos o decir lo más...” Todo, hábil, diestramente esbozado, con todos los recursos técnico poéticos, a manera de grandes y largas tiradas de platicante y lacerada ternura, que habita el corazón porque su origen es la vida que está cerca, en y delante de nosotros: “... y lo estará por mucho en sabiendo/ que en las puertas del horno....;/ en sabiendo que las guerras cultivadas/ por el odio, el miedo, el terrorismo/ y sus más diversos como satánicos rostros/ sigan fermentando/ ostentando hoy como ayer sus letales fórmulas;/ sus catapultas, sus hordas, sus flechas,/ sus espadas/ sus metrallas, sus misiles, sus hiroshimas,/ sus ojeras...”

Pero contra toda esta noche, mar oscuro y proceloso, una tabla con íntimos acordes, la voz de la vida: “Pero tal como ayer, la Música, la etérea/ diosa que amanece perla y encanto/ en los labios sedientos de la vida/ (y en los deslumbrados pero fríos páramos/ de la muerte)/ es la misma voz, dulce y embriagadora Voz..”

Así, Demetrio Quiroz Malca (1926), norteño y rural como nosotros, es, en gran parte, el poeta de “élite” que define el Maestro Luis Alberto Sánchez, por la altura formales de su lírico verbo y por la consistencia y humanidad de su mensaje. Pero diríamos, complementando o completando, una rara “élite”, es decir, nueva élite del arte que busca la verdad y se sotierra, enraizando, para crecer fortalecida sobre el corazón del hombre y el alma del terruño, fuente de la auténtica imagen del ser ecuménico: “Y lo hago, no sin antes/ echar una mirada a mi lejana infancia/ cuando era yo/ -me imagino por el color/ de mi sueño-/ el hermoso girasol que besaba/ con pasión el viento/ y alimentaba de inefables alas/ el rocío./ Cuanta luz debí beber/ de sus castas fuentes, allá en mi pueblo/ donde mi madre se vestía/ de rubias mañanitas para tejer/-con el candor de su inocencia/ y adorable sencillez-/ el mantel largo para la Fiesta Grande/ o para el Pan del Pobre./ Cuanta luz debió colmar el cielo/ y las alegres farolas del amado mundo/ que tengo en mi corazón:/ San Miguel de Pallaques, donde/ aprendí a escribir amor en La Cantora.../ al tiempo que el destino empezaba/ a arrancar, uno a uno, los pétalos/ del entonces girasol que fui./ Cuanta luz, evidentemente debió / encandilar los despreocupados/ y hasta inconscientes días de mi infancia,/ en donde sí fulguran, perdurables y grandiosos: Mi madre/ Mi pueblo/ Mi primer Amor:/ Dejo el mundo/ paso a paso.” Pero en tu caso, Demetrio, para vivir eternamente con nosotros.

Trujillo, lunes 18 Enero 1993
Publicado en la Revista de Cultura "BELLAMAR" Nª 18. Chimbote - Perù

EL PLEONASMO

Palabras nuestras de cada día

Por: José López Mauricio


EL PLEONASMO

En nuestra columna anterior abordamos el vicio de expresión denominado redundancia; sin embargo, es posible que nos encontremos con expresiones que no son precisamente redundantes, sino que cumplen una función retórica. Eduardo Quirós (1984: 61) dice al respecto: “No debe confundirse la redundancia con el pleonasmo, figura de construcción empleada para dar énfasis al pensamiento. No tiene el mismo efecto que un testigo declarase: ‘Sí, señor juez, yo lo vi’ o que dijera: ‘Sí, señor juez, yo lo vi con mis propios ojos’. Las palabras finales no son redundantes, sino pleonásticas. Debido a ellas, la expresión se torna más contundente, terminante y vigorosa.”

El DRAE define el pleonasmo: “(Del lat. pleonasmus, y este del gr. πλεονασμός) Ret. Figura de construcción, que consiste en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho; p. ej., lo vi con mis propios ojos.” No obstante, el diccionario admite otro concepto alusivo al exceso: “Demasía o redundancia viciosa de palabras.”

Víctor Niño (1998: 194) explica que “Con frecuencia la redundancia se justifica por necesidades expresivas o de dar algún énfasis especial en lo que se quiere dar a entender: ‘lo escuché con estos oídos’, ‘le sale de muy dentro del alma’, ‘lo tomó en sus manos’. La redundancia es distinta a la repetición léxica, índice de pobreza de vocabulario.”

En nuestro entorno es posible escuchar la construcción “valga la redundancia”, con la cual se quiere indicar que, aunque las palabras parezcan repetidas e innecesarias, son pertinentes.

El mes de junio Juan Manuel Rodríguez cita a los escritores Jorge Luis Borges, quien escribe en su cuento El inmortal: ‘En Londres, a principios del mes de junio de 1929...’, y a Gabriel García Márquez quien, en el segundo párrafo de la novela Cien años de soledad, relata: ‘Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos...’ A este argumento de autoridad, agrega: “en Roma existía la familia Junia, como también la familia Julia. El varón de la familia Junia se llamaban Junio, sustantivo propio que es frecuente en culturas como la anglosajona, donde muchas mujeres han sido bautizadas con ‘June’, Junia. Por tanto, iniciar el artículo con ‘Junio comenzó’ hubiera producido ambigüedad en el sentido por no saber si nos referimos a una persona o a un mes.” Para Rodríguez la redundancia “no es un vicio de expresión, salvo en casos de descuido, falta de léxico, amplificaciones amaneradas, ampulosidad, recargamiento y artificiosidad, y si obstruye el fluir natural del pensamiento. Ser concisos es una virtud, exagerarla es un vicio pues acarrearía oscuridad en el texto.”

Coincidimos con Rodríguez en cuanto hay expresiones con palabras con significado reiterativo que son eufónicas. Parece que en similar situación se encuentra la frase “el día de ayer”, pero deberíamos evitar que estas perífrasis sean frecuentes e irreflexivas.
Problemas reales

León Trahtemberg en un artículo escribió: “los gobernantes usan el circo político para distraer a la población, inventan unos escándalos para tapar otros, hacen montajes políticos para distraer la atención de los problemas reales, ...” De hecho un problema es “real”, de no serlo no sería un problema. Pero lo que deseaba diferenciar el autor son los problemas importantes de los irrelevantes. La recomendación sería entonces emplear palabras con propiedad. Sin embargo, en nuestro contexto, con un periodismo sensacionalista y una política tan preocupados en asuntos superficiales, decir “problema real” no es una redundancia sino un pleonasmo.
“Hombres humanos” de Vallejo

Decir “persona humana” es una redundancia, salvo que “humano” aluda a nuestra esencia afectiva. Leíamos al inicio que el pleonasmo es una figura literaria y es en el poema “Los nueve monstruos” de César Vallejo donde apreciamos la energía y esplendor de este recurso: “Crece la desdicha, hermanos hombres,/ más pronto que la máquina...”, “El dolor nos agarra, hermanos hombres,/ por detrás...”, ¡Cómo, hermanos humanos,/ no deciros que ya no puedo...”, “desgraciadamente, hombres humanos,/ hay hermanos, muchísimo que hacer”.

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Niño Rojas, Víctor Miguel (1998) “Los procesos de la comunicación y del lenguaje” 3ª edic. (1ª reimp: 2000) Bogotá-Colombia: Ecoe ediciones.
León Trahtemberg (2004) “Un país no-lector” En: Correo; Lima, 2 de abril. pág. 8
Quirós Sánchez, Eduardo (1984) “Patología de la redacción periodística. Manual para el hombre de prensa” Lima-Perú: Centro de Documentación e Información Andina (CDI). Promotores, Consultores y Asesores Andinos.
Rodríguez, Juan Manuel (2005) “Redundancias” En: Revista Chasqui Nº 89 Marzo de. http://chasqui.comunica.org/content/view/48/56/
Quirós Sánchez, Eduardo (1984) “Patología de la redacción periodística. Manual para el hombre de prensa” Lima-Perú: Centro de Documentación e Información Andina (CDI). Promotores, Consultores y Asesores Andinos. Rodríguez, Juan Manuel (2005) “Redundancias” En: Revista Chasqui Nº 89 Marzo de. http://chasqui.comunica.org/content/view/48/56/

Tuesday, July 11, 2006

PIRATERIA

GRACIAS A LA PIRATERÍA… QUE NOS HA DADO TANTO…

Por: Nicolás Hidrogo Navarro
(hacedor1968@hotmail.com)



“Si no encuentran un libro mío, en original, fotocópienlo, por favor. Busquen la edición pirata, sí la pirata, porque yo escribo para el pueblo no para enriquecer a los editores. No es posible que, mientras producir un libro mío cueste entre 10 a 15 soles, por el hecho de estar en un librería cueste entre 70 u 80 soles”.

Eduardo Gonzáles Viaña

(Palabras emotivas en el II ENCUENTRO REGIONAL DEL NORTE DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL “Graciela Zárate León”- Del 21 al 24 de Junio-2006- Pacasmayo.


El Perú se localiza en el ranking de la piratería como el tercer país en Latinoamérica que mayor “productos ilegales” registra en la industria fonográfica, videográfica, confecciones, alimenticia, software, electrodoméstica y librera. Pese a que se nos vende la imagen de diferencia de calidad, en los últimos tiempos la piratería misma se ha sometido al reto de ser competitiva y ahora sólo la diferencia es mayoritariamente la de productos que tributan y productos que evaden impuestos.

Los más perjudicados con la piratería son las grandes marcas y transnacionales que se ven muchas veces expuestos a su propia quiebra. Gracias a la piratería somos testigos como día a día los márgenes de utilidad de las grandes empresas, antes de 30, 40, 50, 60%, se ha reducido significativamente a sólo 15 a 20%, eso ha permitido que más productos originales hoy, sean de acceso masivo. El reto de las grandes empresas en el futuro será competir con la propia piratería en costos, porque en calidad del producto está casi superado. La piratería no se trata ni de valores ni de nacionalismos ni de legislación, es una cuestión de poner la creación, la imaginación, el esfuerzo, la inventiva al servicio de los demás, recibiendo una justa compensación, pero no un voraz apetito lucrador.

Si una obra es pirateada es sinónimo que no solamente es importante, leída, sino que representa casi una venganza soterrada en contra de los impuestos a la edición de textos, el apetito voraz de los editores y la ilusa motivación de enriquecimiento lucrativo de los creadores o escribidores a sueldo o en proceso de aburguesamiento.

No es que la piratería desaliente o no estimule, o no valore la creación e invención humana (talento-experimento-inversión), mito creado por los que viven del lucro, productor, comercializador, recaudador de impuestos, ella abre la puerta trasera del usufructo por donde los que menos tienen son “invitados” a una función sin tarjeta. La piratería ha paritado a ricos con pobres y ha permitido vivir, disfrutar, crear fuentes y dividendos laborales de los que antes estuvieron marginados y vedados.

En el Perú, pese a las leyes prohibitivas y punitivas de propiedad intelectual y competencia desleal, de cada 10 libros que se compran, sólo dos se compran en librerías formales y 8 en librerías no formales o de venta ambulatoria. Lo que significa que en las segundas, un mismo texto, con diferente procedencia editorial, pueda costar un 80% u 90% menos que en las librerías formales. El costo de los libros no sólo están gravados con el IGV, sino también con el impuesto selectivo al consumo (ISC), con un alto porcentaje de comisión al vendedor y con no poco apetito de lucro por parte de editores y editoriales. Esto ha hecho que la piratería, lejos de disminuir, lo prohibido, lo satanizado, penado, “lo censurado por los que lucran con los libros”, aumente de manera exponencial.

Sin embargo, pese a los bajos niveles de lectura registrada en todos los estratos sociales y niveles educativos, una segunda puerta clandestina de acceso a los libros es la piratería, que ha generado todo un fenómeno poco comprensible, pero, escandalosamente universalizado: la fotocopia, como práctica común en el sistema educativo en todos los niveles.
Gracias a la piratería, Ud., yo, ustedes, hemos podido leer libros que jamás hubiéramos podido leer por sus costos. Gracias a la piratería muchos productos “originales”, han reducido drásticamente sus márgenes de utilidad y están ahora al acceso popular. Gracias a la piratería sus hijos pueden tener de consulta libros de medicina o derecho fotocopiados que superan los 500 soles y que tan sólo por cinco o diez soles, tenemos un material educativo. Gracias a la piratería he podido escribir este artículo en una computadora que si su software fuera original, costaría más que el propio hardware pagado. Gracias a “la maldita, ilegal, mala, delincuencial, sórdida, canalla y desleal, piratería”, es que los más pobres se pueden beneficiar y disfrutar de lo que antes sólo podían hacerlo los que más tenían.


Lambayeque, julio 02 de 2006
Nicolás Hidrogo Navarro
Coordinador General Conglomerado Cultural –Lambayeque-Perú

CUENTO ESPAÑOL

a solas con chumino


Hoy estamos a solas CHUMINO y YO. Se han ido trabajar Ismael y Raúl, Alejandro no vendrá esta tarde. Es el invierno pleno en Barcelona y yo le digo que no es más que un chocho barato; más que eso: un chocho regalado en los portales de la noche, aullando de urgencias, llamando a los machos de la luna, rasguñando las puertas , atracando a cuanto hombre pase por su piel de oso y sobarse en su piel, como quien no hace nada. Libidinosa y puta, Chumino es una experta buscando donde satisfacerse a solas, ya que no encuentra en sus dominios una manita tibia y complaciente o un pie que se deje hacer.

Y hoy estamos a solas Chumimo y yo. La estufa nos regala un soplo de tibiezas y la tele canta a gritos sus miserias. A ella le encanta el calorcito de la estancia y mis brazos acariciando sus estrellas en celo. Si le toco la cabecita rica, ¡la gran puta! se las arregla para bajármela ahí, donde palpita toda con los nervios al acecho del refriegue y el dolor. Y todos los demonios de los mundos más bajos le recorren la piel en cada espasmo. Pobre Chumino, sola en sus instancias. Desesperadamente sola, porque yo sólo soy espectadora y cómplice del tiempo que sufre por apretarse con el rabo en alto a todos los abismos de la dicha de su carne velluda.

¿ Por qué le niego la satisfacción de convertirse en roja mariposa ?.
¿ Por qué no busco un macho que le haga el gran favor ?
No me lo he preguntado aún. Pero hemos decidido con los hombres de la casa, acabar con su hora de suplicio. Raúl se siente a veces acosado , y yo siento la vergüenza ajena de mi Chumino loco. Le busca como si fuese su hombre consagrado por los destinos crueles. Llora junto a su puerta cerrada, le abraza febrilemente y se deja querer cuando recibe las migajas de cariño que le prodiga él. Con ismael la relación es parecida, Ismael le ofrece su mano en la pelambre cogotera y ella aprovecha el momento para mecerse en sus brazos de padre. Pero Alejandro es pulcro y no perdona tanta putería. No le gustan los chochos rubios de pelo ni los bigotes ralos, ni las barbas greñudas.

Y en consejo de familia y con la ayuda de algunos amigos voluntarios, compadecidos por el sufrimiento de mi chumino bello, hemos decidido que mañana mismo ¡ ya ! le resolvemos el problema para siempre. No le buscaremos un macho poderoso con pelo en pecho y bigotes de alambre. No, la llevaremos a la clínica especializada para someterla a una cirugía que la dejará con el chocho rebosante de monotonía. Engordará y nos dará besitos cada día. Se volverá mimosa y complaciente y aunque no podrá tener cachorros lindos, con esos ojos verdes de agua mansa y aquel andar de jungla exhuberante, será una niña buena buena. Será, como cuando era niña, una gatita tibia y amorosa.

Y por supuesto, una gata esterilizada, ya no podrá llamarse más Chumino . Llevará su primer nombre: Gatilicia.

mariana llano.

5.7.6.

Monday, July 03, 2006

ESPINA DE PITAHAYA / Comentarios de Miguel Garnett

PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
ESPINA DE PITAHAYA

DE LEONIDAS DELGADO LEÓN
(MUNICIPIO PROVINCIAL DE CAJAMARCA)
Miguel Garnett


El escritor norteamericano, Wystan Hugh Auden , dijo con respecto al poeta verdadero que es como un buen queso local, saboreado y apreciado por doquier. Esta metáfora quesera debe resonar aquí en Cajamarca, precisamente porque tenemos el orgullo de saber que nuestros quesos, con sus distintos sabores locales, son apreciados en todo el Perú. Sé de experiencia que cuando llego a mi casa en Lima la primera pregunta es: ¿has traído queso? Y ¡pobre de mí si me lo haya olvidado!

El libro que tengo el honor de presentar esta noche, Espina de Pitahaya, es así. Tiene un sabor muy local, muy cajamarquino, porque la mayoría de los cuentos han sido inspirados por personajes y acontecimientos en el Distrito de Jesús; y se ubican allí. Son cuentos que pican, como el título mismo lo indica - -Espina de Pitahaya- - Pican con humor e ironía. Pican como un buen queso ahumado o como muchos de nuestros platos típicos. Tiene también un lenguaje picante.

Tengo que ser honesto y decirles que leí este manojo de cuentos durante las últimas elecciones. Fui miembro de mesa y la gente llegaba a votar como gotitas de agua cayendo de un caño malogrado. Primero llegaba un votante y luego, después de un buen rato, llegaba otro. Así pasó todo el día que amenazaba ser aburrido. Me reí de la mataperrada de Juan Maturaka, quien estafó a su socio cerca del Árbol del Diablo. Me reí aún más de la descripción del curita en el cuento Juez de Aguas: Atatay guasca y garañón es ese cura, pero se transforma en un Ángel cuando hace su misa. No sé si me doy por aludido. El final de este cuento, como el final de la mayoría, es muy gracioso. No lo voy a citar por dos motivos. Uno es simplemente que si quieren saber cómo terminan los cuentos, compren el libro – -por eso han venido- - y no quiero quitarles el gusto de la lectura, anticipándoles lo que va ha suceder. El segundo motivo es que nuestro autor no tiene miedo de usar el lenguaje popular, el lenguaje sazonado con ajos y cebollas - -y unos condimentos más- - tal como la gente habla. Podría ser que su lectura pública ofenda a algunos miembros del distinguido público aquí presente. El prologuista del libro, el señor Gonzalo Pantigoso, comenta el uso que Leonidas Delgado hace de la jerga, por llamarla así, y dice: La parte final de las historias, poniendo énfasis en la fuerza soez de las palabras, es el traslado de lo oral a la escritura, con la intencionalidad de remarcar el hecho narrativo. Esta opción lo lleva a enfrentarse al tabú lingüístico, que puede estar presente en un lector puritano. Con toda franqueza, no sé hasta que punto podemos hablar de un tabú lingüístico hoy en día; además si una palabra existe, existe por una razón. Expresa lo que ninguna otra palabra puede expresar. Entonces, si uno quiere expresar un sentimiento que requiere el uso de aquella palabra, hay que usarla; es usar lo que el Dr. Mario Vargas Llosa en su Cartas a un novelista llama le mot just - -expresión francesa que quiere decir la palabra precisa- - . Personalmente, creo que tiene que ser así y estoy convencido que los cuentos de Leonidas Delgado perderían mucho de su fuerza y de su humor si se quitaran las palabras supuestamente soeces.

Con respecto al humor, que es un elemento constitutivo de todos los cuentos, el prologuista enfatiza que los relatos están orientados para mostrar el lado humorístico, el matiz jocoso de la vida. .Aquí hay algo muy importante; una expresión de lo que se puede llamar el alma celebrante, que es una característica marcada del pueblo peruano. Muchas veces, esta faceta del carácter nacional no es comprendida por las personas extranjeras que nos visitan. Ellos ven la pobreza, se dan cuenta de los problemas que aquejan un amplio sector de la población y no lo entienden cómo se puede hacer fiesta y celebrar en tales circunstancias, A lo mejor, lo ven como un escapismo, un olvidar por un rato de la dura realidad de la vida. Pero no es así. Hay una dimensión festiva en el alma peruana que tiene que expresarse. Quisiera ilustrar esto con un recuerdo que tengo de un incidente ocurrido ya hace varios años. Una sobrina mía vino de visita y fuimos juntos al Distrito de Chugur, donde yo tenía el compromiso de celebrar la Semana Santa. No nos quedamos todo el tiempo en el pueblito mismo, sino pasamos varias noches en distintos caseríos, con alojamiento en las casas de los catequistas o de los amigos. Una mañana, estuvimos en la cocina de una de estas casas, esperando mientras doña Meche preparaba el desayuno. Conversamos y observamos a los niños que estaban jugando y riéndose a carcajadas. Después de un rato, mi sobrina me dio un codazo suave y dijo en voz baja:

- Tío, no entiendo.
- ¿Qué no entiendes? –le pregunté.
- Esos niños están tan felices.
- ¿No tienen derecho a estar felices? –pregunté de nuevo.
- Pero mira, no tienen zapatos –dijo mi sobrina.
- ¿Y me puedes explicar cual es la conexión lógica entre los zapatos y la felicidad?
Mi sobrina me dio una mirada hostil y luego, culminando su argumento, me dijo enfáticamente:
- ¡El piso es de barro!
- ¿Qué hay de malo que el piso sea así? –le contesté- Mejor que sea de barro que de cemento.
En eso, doña Meche nos sirvió platos colmados de papas y con su presita de cuy, diciendo con la sonrisa que siempre estaba dibujada en su cara:
- ¡Sírvanse! Disculpen la pobreza, pero sírvanse nomás.
¡La vida vivida así es bella!

Ese recuerdo me lleva a mirar en el libro que estamos presentando el cuento intitulado No comas ese gallo. Lo recomiendo especialmente a todas las personas aquí presentes que son aficionadas de las peleas de gallos. Otra vez, el final es graciosísimo, con su ajicito lingüístico.
Ahora bien. Es importante darnos cuenta que esta capacidad que tiene Leonidas Delgado de escribir con un humor borboteando de su pluma no quiere decir, ni mucho menos, que hay algo superficial en los cuentos. El humor, que realmente es humor, no es nada superficial. Últimamente el Dr. Luzmàn Salas Salas me ha prestado un libro de Sigmund Freud sobre la risa. Dicho sea de paso, lo más gracioso del libro es la carátula, mientras que el contenido es un hueso duro de roer, porque, siendo de Freíd, profundiza en la psicología humana. Felizmente, los cuentos de Leonidas Delgado no son huesos duros de roer, pero también manifiestan aspectos de la psicología humana y con su humor nos ofrecen unas pinceladas de un amplio abanico de los personajes pintorescos que siempre encontramos en nuestros pueblos. Además, hay una mirada irónica a nuestra sociedad Como ejemplo de esto, miremos el único cuento ubicado en la costa e intitulado Sucedió en Chomborotón. Aquí encontramos a un candidato a la presidencia que goza del nombre Alforjaines Talego. Es un descendiente del Señor Talego de Cunga-Seca y Chomborotón, cacique al tiempo de la conquista española que pertenecía a la dinastía Orín-Casco. El partido político de don Alforjaines Talego goza del nombre: Soga para amarrar, si es Posible. Con esos detalles tenemos un buen comentario sobre nuestra democracia, con su infinidad de partidos con sus nombres y símbolos ocurrentes y sus candidatos de toda laya. Nuestro autor no nos dice cual es el símbolo del partido Soga para amarrar, si es Posible, pero el lector muy bien podría divertirse dibujando uno. Hay un diálogo entre el candidato Alforjaines Talego y un joven que no sólo es gracioso, haciendo amplio uso del auténtico lenguaje popular, sino revela la distancia que existe entre la clase política y el pueblo que, supuestamente, representa. Dice el candidato:
- Vota por mí y tendrás trabajo.
- Otro huevón con la misma cantaleta… Ofrecen todo y luego se olvidan.
El día que leí eso, estuvimos votando. Ahora, vamos a ver si olvidan.

Como es de suponer, no se puede escribir una serie de cuentos de la vida pueblerina de la sierra sin mencionar la fiesta. Ésta la encontramos en el cuento: Estudio de Mercados. En la plaza del pueblo los devotos conducían el anda del Santo Patrón. Resplandecía el sol en las calles de Jesús y el calor se hacía más intenso ante las velas. Avanzaba la muchedumbre lentamente y el ruido de la banda de músicos se confundía con los cánticos de los incaicos, las pallas, las gitanas, los chunchos y las pastoras, que danzaban incansablemente levantando polvo. El clarín, con su andina melodía, cautivaba los vientos que llevaban mensajes de palpitante tierra…¡Oh mágico clarín!. Te siento en la ausencia. Sopla, silba, suena clarín…Luego vienen los tragos, las discusiones y la casi inevitable pelea. Justo antes de enfrentarse, uno de los adversarios, el más débil, se saca los zapatos ante la mirada atónita de los espectadores. ¿Por qué? Bueno, ustedes ya saben la respuesta: Compren el libro y lo sabrán.

El cuento Fashenano, nombre del personaje principal, me ha hecho pensar un poco en mi propia obra literaria Rondo. Nuestro autor describe a Fashenano así: A pesar de tener cara de niño y baja estatura, no revela su edad, podía tener todas las edades. El Fashenano así nomás es, siempre así… Ayuda a todas las familias del pueblo en las más variadas tareas: desgranar mazorcas de maíz, pelar papas, carmenar lana, rajar troncos para la leña, matar y pelar chanchos, lavar mondongos, etc. Fashenano sabía hacer de todo…no tenía vivienda, dormía en cualquier casa donde le caía la noche. Era feliz en su pobreza y nunca le escuché lamentarse por nada. Vivía tan ocupado que no tenía tiempo para llorar sus penas, pues tampoco tenía paño de lágrimas. Por supuesto, el final del cuento es otro mate de risa.

Aunque los cuentos nos ubican en el Distrito de Jesús y tienen su inspiración allí, se nota que varios de ellos fueron escritos o, por lo menos, terminados en Nuevo Chimbote, donde reside Leonidas Delgado. Ahora. Seamos honestos; mayormente aquí en Cajamarca, no asociamos a Chimbote con la creatividad cultural. Lo asociamos con la siderúrgica y con las fábricas de harina de pescado, con el olor espantoso que emana de ellas. La vemos como una ciudad bastante fea y decimos del mal llevado desarrollo urbanístico aquí mismo: nos están chimbotizando. Pero, si bien es cierto que algo de verdad tiene todo esto, no es toda la verdad, ni mucho menos. Hay un nuevo Chimbote con su imponente catedral, que es un repositorio de arte. Hay la Asociación Cultural del Santa, que reúne en una sola entidad una serie de expresiones artísticas y creativas. Hay pintores, poetas, narradores y músicos. Y esto nos debe provocar un espíritu de gozo y alegría. Tenemos la dicha de vivir en un país donde la creatividad artística brota como el humor que he mencionado en antes, y debemos hacer todo lo posible para estrechar lazos de comunicación, de intercambio y de amistad. Lamentablemente., lo que sucede es que hay artistas de diferente índole creando en todos los rincones del país, pero cada uno se queda más o menos aislado. En la Biblia, Cristo nos dice que cuando demos limosna la mano izquierda no debe saber lo que hace la mano derecha; y esto está muy bien para la limosna. Pero para cualquier otra cosa está pésimamente mal; y aquí se da con frecuencia. Además, como nosotros vivimos en El País de las Maravillas, las cosas están al revés. Vemos en nuestros templos una imagen de la Virgen o del Santo Patrón luciendo un manto nuevo para la fiesta, y no hay lugar de dudas con respecto a los donantes, porque ponen en letras mayúsculas quienes son, para que no sólo la mano izquierda, sino todo el mundo, lo sepa. Mientras tanto los artistas tienen que luchar para salir del anonimato y dar a conocer al público cuales son los frutos de su labor creativa. No he preguntado a Leonidas sobre las peripecias que haya sufrido para la publicación de éste, su segundo libro, en Arteidea Editores de Lima, pero hago mías las palabras escritas por Gonzalo Pantigoso en el prólogo: Construir un proceso literario en una sociedad, cuyos elementos responsables de su desarrollo no tienen en cuenta las manifestaciones culturales, es una acción que le otorga mayor valor al escritor, quien asume de manera personal la visión social y concretiza el reto de afrontar la vacuidad generada por los medios de comunicación masiva y la proyección de una homogenización fomentada por los grandes consorcios económicos.

Agradezco muy sinceramente la gentileza que Leonidas Delgado ha tenido conmigo al invitarme a ser el presentador de Espina de Pitahaya aquí en Cajamarca, y le agradezco por haberme proporcionado una lectura que convirtió un día que amenazaba ser aburrido en un día lleno de gozo y risa. Espero que muchos de ustedes aprovechen la oportunidad de conseguir un ejemplar del libro y que se diviertan como yo me he divertido con su lectura. Sé que Leonidas ha cogido también la afición de pintar, pero ¡ojalá que no deje de escribir! Me encantaría leer una novela suya que reúna en una sola historia a los personajes pintorescos que encontramos en los distintos cuentos de Espina de Pitahaya: andar en una gira electoral con Alforjaines Talego, conversar con Toribio Carambolas, compartir un buen estofado con el mañoso Manuel León, tomar tragos con José y Olegario Mercado, conocer más de cerca los trucos y engaños del Extraño Visitante, supuestamente compactado con Lucifer, y gritar con la viuda Carolina Tavera a don Absalón, informándole dónde puede meter las aguas del riego.

A todos ustedes que nos están acompañando esta noche, muchas gracias por haberme escuchado.

Cajamarca, 16 de junio del 2006

EL FILÓSOFO PINTOR / Cuento

EL FILÓSOFO PINTOR

Leonidas Delgado Leòn


Creo haberles dicho que yo nací en Río de Janeiro (Brasil). Mis orígenes se remontan según lo manifestado por mi abuelo, que todavía conocí, en el ciudadano portugués: Pedro Alvares Cabral, que llegara en la época en que el Brasil estaba bajo el dominio español. De modo que tengo el nombre bien puesto: Martelidio Cabral Coelho. Soy pintor plástico, autodidacta…
Por el momento no es necesario mayores explicaciones sobre mi persona. Aunque esto lo vengo repitiendo como un estribillo, pues abundar en mayores detalles, me llevaría inexorablemente a perderme en el laberinto de mi propia memoria o ha trastabillar mi lógica consistente. Por ejemplo analizar la expresión textual pintor plástico, autodidacta, resulta contraproducente. Se han puesto a pensar en esto… Yo particularmente creo que este singular calificativo transforma mi granítica estructura ósea en algo endeble, aunque luego me restablezco con el adjetivo adicional autodidacta.


En mis pinceles se congregan el hombre y la naturaleza. Mis cuadros no responden a técnicas establecidas, que sin duda es un recurso necesario para un pintor profesional, con formación académica. Repito, soy autodidacta; las cosas y los espacios etéreos los concibo a mi manera, bien podría decir, cuando mi alma se predispone a la contemplación.

En el refranero popular existe uno del cual doy fe:”Nadie es profeta en su tierra” Los círculos artísticos y literarios en Río de Janeiro (cómo me río y jaraneo), son precisamente eso “círculos” y, no profundicemos nuestro filosofar en este término porque los resultados serían desastrosos. Esta elite maneja su Auto/adulación (sólo así admiten el prefijo “auto”) y miran con desdén las creaciones artísticas de los demás, por más que tengan el calificativo de geniales.


No obstante, en mi caso, este oficio me ha permitido exponer mis cuadros en las más prestigiosas galerías y en consecuencia conocer muchos países. En el año 1974, fui invitado a Santiago de Chile, por un distinguido colega, es decir, otro autodidacta llamado Jerónimo. Debo aclarar que este nombre “Jerónimo”, en Chile era sinónimo de distinción y actualmente está en plena moda. Jerónimo se llama el galán de la novela favorita, Jerónimo es también el nombre de un ministro; Jerónimo es el gerente de un prestigioso Banco y, con el nombre Jerónimo ha quedado registrado en la pila bautismal, el primer hijo de mi cuñada Zoilita…


Bueno, no es esto precisamente lo que les estaba contando, lo que sucede es que siempre ando detrás de las explicaciones, a veces un tanto curiosas o tal vez ociosas. En mi particular forma de meditar las cosas, con esa absurda manía, muchas veces he encontrado la verdadera esencia de la vida precisamente en las cosas superfluas. Volviendo al tema, les decía, que mi ocasional amigo Jerónimo, me esperó en el aeropuerto de Santiago, impecablemente vestido con un terno plomo y un sobretodo gris, pues el invierno así lo exigía. Muy gentilmente me invitó a subir a su flamante automóvil y conocer pintorescos lugares, considerados como atractivos turísticos. Aquí debo admitir con una pequeña dosis de vanidad, los diarios locales destacaban en grandes titulares la llegada del “prestigioso pintor brasileño Cabral”. Pienso que en todo esto hay un tinte de celebridad que tiene su sustento en los numerosos lienzos que salieron de mi modesto taller con la artística firma “Cabral”.


Con gran éxito se inauguró el Salón Invierno-74 en Santiago, hasta que se clausuró el salón, todos los días numeroso público, desfiló frente a mis cuadros. Los críticos especializados, hacían comentarios favorables resaltando mi singular condición:”Autodidacta”
Algunos días después, atraído por el místico encanto de Machu pichu, famosa fortaleza construida por los incas, viajé al Perú. En la histórica ciudad del Cuzco, presenté mis cuadros en una prestigiosa galería de arte.


Realmente mi presencia en el Cuzco obedecía a más de una razón. El extraordinario paisaje andino del Perú, fue el inicio de una eterna estadía en este enigmático país. Instalé mi taller en una hermosa casona colonial del Cuzco, en todo momento respiré ese aire artístico que nutre al poblador local. Aquí los artistas reviven la esencia del rito ancestral.


“La Posada de Anselmo” quedaba a dos cuadras del taller, en una callecita estrecha y empedrada, Ahí tomé pensión: Doña Clorinda Romero y su esposo don Anselmo Holgado me prodigaban especial aprecio. Algunos de mis cuadros con motivos andinos, ya figuraban colgados en las paredes del comedor. Habían sido aceptados gustosamente como pago de los alimentos que consumía, de modo que la pensión estaba asegurada por mucho tiempo.


Ruperta, una humilde mujer del ande, alcanzaba los deliciosos platos a las mesas. Yo la contemplaba con esa virginal curiosidad que los artista solemos poner ante las imágenes genuinas. Ella ajena a mis pensares, también me contemplaba con su ingenua expresión de vicuña ilusionada. El rubor permanente de sus tersas mejillas resaltaban junto al múltiple colorido de sus polleras. ¡Ruperta, era una encantadora mujer, digna descendiente de las ñustas incas! Sin lugar a dudas, un motivo artístico que merecía plasmarse en un lienzo, con la fragilidad y grandeza que encumbran a las obras geniales.

En mi taller, entre oleos y pinceles, el tiempo cabalga apresurado. Los días son como las cuencas de un rosario, que apenas dejan el rumor cansado de una letanía. No obstante en una tarde inesperada, que me encontraba

empeñado en concluir un cuadro; sentí la presencia de alguien en mi entorno. No recuerdo si en algún momento lo había pensado, pero era extraño, tenía la sensación de estar esperando a alguien. No lo podía precisar. Sin embargo la realidad me mostraba una feliz circunstancia. Ahí de pie como una estatua de fino mármol, cogiendo un porta vianda de alimentos y absorta en la contemplación de mi cuadro, estaba Ruperta. Mi felicidad estaba alcanzando los límites de lo imposible. Sentí una especie de vértigo que amenazaba derribar aquel sentimiento tierno, aunque absurdo en su naturaleza íntima. Sin embargo, seguí pintando esta vez para el deleite de la encantadora Ruperta.


Desde aquel día, Ruperta acudía a mi taller como cumpliendo un mágico ritual, que partiendo en la contemplación del arte alcanzaba a consolidar la admiración al artista. De pronto saliendo de su mutismo Ruperta preguntó:


- ¿Cómo te llamas?


- Martelidio -le dije acompañando la expresión con la más tierna sonrisa, luego agregué- ¿Tu nombre es Ruperta, verdad?


- Sí, pero ya no me gusta –me dijo con un claro sentimiento de vergüenza.


- ¿Cómo te gustaría que te llamen?


- Ruper, el “ta” está demás -contestó con mayor seguridad.


Nuevamente me interné en mi filosofar en ese controvertido nombre: Ruperta, que ha decir verdad es escaso en nuestro medio y además es disonante. Claro “Ruper” es más artístico y, en ese sentido estoy de acuerdo con ella. Desde hoy, accediendo a sus deseos, la llamaré simplemente Ruper, el resto está demás.


Y miren que aquí surge algo novedoso: Esta maravillosa amputación será aplicada también a mi nombre: Martelidio, tal como piensa Ruper el “idio” estaría demás. Desde hoy en adelante me auto-bautizo (otra vez el “auto”) con el bello nombre: Martel Cabral. Por supuesto que mi apellido Cabral permanecerá igual, es decir, con la “l” incluida.

Diez años llevo casado con Ruper, somos muy felices en compañía de nuestros adorados hijos: Mauricio y Marieta. Tenemos una espaciosa casa de campo a orillas del Vilcanota. De modo que para pasear por la ciudad, los domingos y días de fiesta, lo hacemos en nuestro propio vehículo, un moderno Mustán bien equipado.


Repito, hemos festejado nuestro décimo aniversario de matrimonio, en la amena compañía de nuestros amigos, mayormente artistas y escritores. Con gente tan bohemia, el consumo de licor era inevitable. Los efectos no se hicieron esperar, sobretodo en alguien como yo que no tiene costumbre de beber licores. Recuerdo que bebí el último pisco souar y propuse a Ruper regresar a casa, le entregué las llaves del carro. Yo estaba mareado y en esas circunstancias no podía ni debía conducir. No recuerdo cómo, pero al fin, ya me encontraba en el vehículo. Ruper inclinó el asiento. Me eché y al instante me dormí, no sin antes imaginar a Ruper conduciendo el automóvil por la serpenteante pista a orillas del Vilcanota.


Era casi de madrugada, al menos la infatigable neblina así lo dictaba, cuando desperté y traté de razonar. No recuerdo cómo, pero a pesar de esa predisposición, nada tenía sentido. Miré a mi alrededor Ruper estaba ausente y yo me encontré de pronto frente a un moderno cementerio soportando una larga pesadilla. Me abrí paso entre la gente tratando de buscar a Ruper que tanta falta me hacía en tales circunstancias. Era absurdo imaginar que allí podría hallar a Ruper, sin embargo, insistí en la busca sin ningún resultado. Finalmente me desplacé, agudizando la mirada por el pabellón “Los Cueros”, pero esta vez buscándome a mi mismo; todo esfuerzo fue inútil.


Nuevamente la división de mi conciencia entran en pugna. Mientras una parte me lleva a admitir los hechos en forma razonable, la otra lo rechaza y denuncia la falsedad de aquellas razones. Estoy a punto de colapsar, sin embargo admito que estas cosas me suceden precisamente por ser pintor…

Dos apuestos jóvenes se acercan a un mausoleo de arquitectura moderna, portando frescas rosa y claveles. Pasaron junto a mí y al parecer no notaron mi presencia. Por un instante los seguí con la mirada y luego tuve el repentino deseo de alcanzarlos, había algo tan familiar en ellos. Me ubiqué sigilosamente detrás, casi cubriendo sus espaldas, desde ahí pude leer las inscripciones sobre la loza de mármol: “Aquí yacen los restos de Martel y Ruper, para que se sigan amando por la eternidad”. No podía dar mérito a lo que estaba viendo, ni mucho menos dar una explicación cabal de los hechos, para poder aceptar esta supuesta realidad. De algún recodo de mi ser, sin duda, surgirá la explicación.


Martel y Ruper, nuestros nombres maquillados resplandeciendo desde una loza fría, sin los restos, que en este instante me permito analizar y que hablan de mis imperdonables errores y que además me pintan en cuerpo entero. Como si toda una vida hubiera pintado mi autorretrato: “idio ”y “ta”. No necesita mayor explicación…


Una suave llovizna caía sobre las tumbas. Mi conciencia se desdobla por última vez Exasperado en medio de la incredulidad grite a todo pulmón: ¡Idiota! ¡idiota! ¡idiota!


Nadie escuchó mis gritos. Sentí que un abismo negro se abría dentro de mi ser y mi cuerpo definitivamente caía en la más infinita soledad.

(Nuevo Chimbote, 01-Jul/06)

Saturday, July 01, 2006

ARBOL ERA ESA MUJER / Heber Ocaña

A propósito del poemario Árbol era
esa mujer
,
de Víctor Hugo Alvítez

PALABRAS SOBRE UNOS VERSOS
QUE ENCARNAN MI VIDA


Heber Ocaña Granados *


Gracias a los mensajes permanentes de El Ornitorrinco supe de la existencia terrenal de un poemario de Víctor Hugo Alvítez** publicado en Chimbote, cuyo título me impactó en cuanto deposité mi mirada sobre las 16 letras que lo conforman: Árbol era esa mujer. “¡Mierda! –grité– qué buen título”. Desde ese momento ansié albergar en mis manos a “esa mujer que fue árbol”. La imaginé desprendiéndose de una alforja, tiñéndose con el color ancestral de San Miguel de Cajamarca, la tierra de su autor; me la figuré libre y soberana, desparramando en su andar hojas con silueta de cariño; imaginé el reino del matriarcado... todo fue imaginación. Un mes después, aquí en Madrid, pude tocar la pulpa de su vigor y la excelsa versatilidad con que se desplaza hacia mundos que anuncian que todo es posible “con sus veranos siempre florecientes”. La verdad, fueron dos los poemas que me impactaron en desmedro de mi alegría, porque más que nunca anhelé estar cerca de los míos, y me cayeron fatales los minutos de lectura. Aún así, el libro permaneció en mis manos. El tren hacia Fuenlabrada seguía su rumbo, unos bajaban otros subían, ¡qué mierda importaba!, estábamos los poemas y yo, solos, nadie más. En una suerte de rito, nos desnudamos, rezamos, nos acariciamos y lamimos de puro gusto y capricho. La verdad que sentí el placer de los versos y en ese momento saqué mis propias conclusiones: un buen poema es aquel que me hace reír a solas, me cosquillea el alma y provoca una carcajada “que me jode” (como dicen los españoles); pero un mal poema me pone serio, desganado, frío, un mal poema tartamudea hasta en la más celebrada palabra. Sin embargo, con los versos del poema “Árbol era esa mujer”, el que da título al libro, me reí a carcajadas porque sentí la finura del torso desnudo de mi esposa lejana, sus pechos equilibrados por la magnificencia de la naturaleza y que un día me los ofreció para enseñorearme con ellos y delirar en su olor de mujer mochica.

Los versos entregados por el más rebelde integrante de los infiernos terrenales, el Pisadiablo (que es el bello sobrenombre del poeta Víctor Hugo Alvítez), tocan la fibra más sublime, hacen respingar en el momento de la concepción de los sueños; a mí me hicieron tocar las posaderas de mi mujer en pleno viaje en tren, delirar mientras leía: “¿Era árbol o mujer?/ Allí está recostada/ sobre anónimos caminos/ asómbrese la redondez de sus senos/ y pezones geranios”… “¡Carajo –exclamé–, qué has escrito, Pisadiablo!”, porque un poema es bueno cuando tiene parte de tu vida metida entre sus llagas, entre sus palabras florecidas, aunque sus versos sean sencillos; con ello, hasta un adolescente los podrá saborear como saborea los labios pintados con colorete de su novia quinceañera; serán versos intemporales, sin caducidad, porque no se regirán por una moda literaria sino por una emoción que encarna la vivencia terrícola de un hombre; y en este caso particular, de un poeta andino que “siempre tiene pisado al diablo”. De ahí quizá provenga su fuerza, por ser más compatible con la divinidad celestial que con la sagacidad malévola de quienes escriben versos inexplicables e indescifrables con el estúpido cuento de que están innovando, cuando en el fondo no hacen más que alejar a esos lectores pertenecientes a los sectores sociales “D” en adelante (hasta terminar con todo el abecedario), permitiendo que la poesía sea sólo una ruma de palabras hechas a la medida de los académicos, quienes suelen soltar rollos que en ocasiones ni ellos mismos entienden. Lo que en realidad se quiere es que la poesía se propague entre la gran urbe y los asentamientos humanos del Perú, y no para liberar, porque la poesía no libera a nadie, sino para sublimizar y conseguir que las personas exterioricen sus verdaderos sentimientos gracias a un poema. Con poemarios como Árbol era esa mujer se consigue que la poesía sea asequible por la gran masa, porque un poema no debe contener palabras rebuscadas o signos inventados, sino expresiones que pertenezcan al sentimiento del lector.

Otro de los poemas que me colmó haciéndome reír a rabiar fue “Muerto de nostalgia”: “Tú no sabes/ cuánta nostalgia/ siente el alma/ al abandonar/ un puerto/ la amada/ un rancho de esteras/ un bote”. En estos versos me miré y espanté de mí mismo, se trataba de un espejo cruel y nostálgico que contenía mi vida, la actual melancolía de mi estadía madrileña, porque, la verdad, yo también abandoné un puerto, a mi amada, mi casa con techo de esteras, aunque no un bote (porque nunca lo tuve), pero al abandonar un puerto estuve dejando el sonido de las olas, el cantar de las gaviotas, ese olorcito que en horas de la madrugada penetra por las calles de mi barrio Santo Domingo. Al abandonar a mi amada, dejé un sexo en estado latente y de espera, unos labios cicatrizados, señalados por la huella de unos besos, los dejé postergados y con la posibilidad de ser allanados por otros, entonces eso duele, agobia, robustece la nostalgia. Al abandonar un rancho de esteras, estás dejando tu vida, tu infancia, ese agujerito en la estera que en las mañanas permite el ingreso de un chorrito de luz para caer oblicuamente sobre el pan que va a ser devorado por unos dientes maltrechos por las caries. Con el poema “Muerto de nostalgia” abrí una herida, porque la nostalgia “nos ahoga”, como dice “el pisador del diablo”, así me sentí al leer ese poema.
Creo ahora que este sentimiento hecho público sólo ha sido posible tras la lectura del poemario de Víctor Hugo Alvítez, pero también el aplaudir y celebrar desde la distancia sus versos, y no cansarme de leer, como inmigrante en un país europeo, lo que no dejan de decirme estos versos: “Tú no sabes/ cuánta nostalgia/ siente el alma/ al abandonar/ un puerto/ la amada/ un rancho de esteras... (porque) El vacío no es del mar/ (porque el vacío) es el sentimiento/ más grande/ que ofrece la nostalgia/ y nos ahoga...”.

Madrid, España, 9 de octubre del 2004


(*) Heber Ocaña Granados (Huarmey, 1967), reside actualmente en Madrid, España, donde ha obtenido importantes reconocimientos por su poesía. Es autor de los poemarios Así hablan los vientos y Canción de los ancestros, entre otros, y de la antología narrativa Relatos de la bella Warmy.

(**) Víctor Hugo Alvítez (San Miguel, Cajamarca, 1957), labora en la Oficina de Proyección Social de la Universidad Nacional del Santa (Chimbote). Además del poemario comentado, ha publicado Huesos musicales y Confesiones de un pelícano e Inventario de palmeras.

PARADIGMAS POSMODERNISTAS

PARADIGMAS POSMODERNISTAS EN EL NUEVO PROCESO DE LA

LITERATURA CHIMBOTANA

“El futuro ha muerto y todo es presente”

Joseph Picó

Por Ítalo Morales

Chimbote ha dejado de ser el epicentro de la dinámica pesquera que reinó en las décadas pasadas; atrás ha quedado ese referente que nos otorgó una perspectiva simbólica nacional. Ahora otra ciudad se ha edificado sobre los escombros de una era que va quedando relegada. El arte y la cultura no pueden estar ajenos a los vaivenes que orientan la nueva visión del hombre y de la civilización. La era del consumo y la globalización son mecanismos que se imponen por la cercanía que ofrecen los actuales medios comunicativos.

Los escritores, por lo tanto, consciente o inconscientemente están reflejando estos nuevos paradigmas. El telurismo narrativo o lírico va dejando margen para la mutación y variedad de estilos que se ven irradiados por una fuerza discursiva que sobrepasa la textualidad.

La orientación de este trabajo se fundamenta en función de una nueva tipificación de los discursos que orientan el pensamiento actual. Se integra a las transformaciones sociales, lingüísticas e ideológicas que estructuran la sociedad holística. Para esto formulo la hipótesis de que la nueva literatura chimbotana en sus aspectos textuales y extratextuales –comprendida entre 1990 y 2004 está edificada por algunos signos postmodernos. Esto se evidencia principalmente en la narrativa, en algunos rasgos poéticos y en el proceso mismo de la comunicación entre autor (texto)-lector-contexto

Para demostrar la hipótesis primero sintetizaré los conceptos filosóficos, sociales del postmodernismo, así como la caracterización de esta nueva estética en el arte. En el segundo punto contrastaré la hipótesis en función de los postulados posmodernos y finalmente haré un balance sobre de las nuevas perspectivas de la actual literatura chimbotana.

En este sentido para intentar un mayor rigor objetivo me he visto en la necesidad metodológica de prescindir de mi propio trabajo literario.

1.-APROXIMACIÓN AL UNIVERSO POSTMODERNO

El símbolo de esta época ya no es Prometeo como gustaban proclamar los hombres modernistas, ni tampoco Sísifo como lo quería Albert Camus para referirse a lo mismo. Ahora el signo que nos representa es Narciso: una sociedad que actualiza el futuro y contradice el llamado progreso de la humanidad. Los grandes principios éticos y morales de la modernidad no se mantienen con carácter Universal. Ahora se entra en una ética de la situación, "todo depende".

El hombre niega la esencia de la modernidad, ya que esto supondría tomar en serio la razón y rechaza con jovial osadía los ideales propuestos por los modernistas. Además obedece a lógicas múltiples y contradictorias entre sí. En lugar de un yo común lo que aparece es una pluralidad de personajes.

Este individuo, sometido a una avalancha de informaciones y estímulos difíciles de organizar y estructurar, está en un incierto vaivén de ideas. No se aferra a nada, no tiene certezas absolutas.

Debido a la falta de confianza en la razón hay una pérdida de preocupación por la realización colectiva del género humano, y resalta un interés por la realización de uno mismo. Esto se observa en el retorno a lo religioso: hay un "boom" de lo sobrenatural y de las ciencias ocultas. En la posmodernidad, a diferencia de la modernidad, no hay prejuicio en aceptar explicaciones por más irracionales que sean. Además de un retorno de lo irracional; también retorna Dios. Pero el Dios del individuo postmoderno no es demasiado exigente.

Un modelo de sociedad postmodernista sería una conformada por infinidad de microcolectividades heterogéneas entre sí.

La postmodernidad, en el plano social e ideológico, se caracteriza por lo siguiente:

a. EL hombre es producto de un proceso natural de evolución, que puede explicarse mediante la razón científica sin recurrir a fuerzas ajenas a ese proceso.

b. El proceso de desarrollo evolutivo se desencadena por el mecanismo de la competencia.

c. El Postmodernismo, como movimiento internacional extensible a todas las artes; históricamente hace referencia a un periodo muy posterior a los modernismos, y en un sentido amplio, al comprendido entre 1970 y el momento actual.

2.-EL POSTMODERNISMO EN EL ARTE

El postmodernismo no es necesariamente antimoderno. Depende de la posición donde se sitúe el crítico. Hay dos visiones más o menos claras: una exaltativa de la modernidad y otra de su negación. Dentro de los exaltadores podrían diferenciarse las posiciones de Jürgen Habermans con la de Daniel Bell. Para el primero lo que hay es una “modernidad inconclusa”. Para el segundo debe hablarse de un éxtasis del capitalismo, por lo que en vez de postmodernidad debería denominarse como postindustrialismo. Bell concibe el factor cultural como el más importante de la sociedad de hoy. Y ese factor tiene un instrumento igualador: los mass media. Estos hacen la nueva universalidad que ha abrasado a la artes., tanto al creador como al consumidor. El creador ha tenido que hacer concesiones a los medios. La modernidad desalojó al artista del centro social. Por ello los poetas tuvieron que huir a otras profesiones: fueron abogados, periodistas, profesores, etc. Su creatividad ocupa ahora un espacio al margen. En esta postmodernidad el creador tiene una profesión. Va ser un creativo que con su aval y experiencia intelectual va “deleitar” al publico con una obra que se mimetice con sus estereotipos.

Ya no hay fronteras entre culturas altas y bajas. Los artistas no pretenden aislarse sino más bien hacerse populares. Acuden a la cultural popular sin asimilarla raigalmente. Ella esa atrapada por el kitch o el pastiche.

Ante esto Cellso Media dice que el elemento que encarna al arte actual es el plástico. Éste emblematiza la cultura de lo perecedero. Así que en el arte queda liquidada aquella predica de la “conquista de la esencia de la eternidad”. Fredrich Jameson habla de un populismo estético, donde queda relegado la dicotomía del arte moderno: la cultura baja/cultura alta.

En virtud de su canto a la superficialidad, su culto a lo perecedero, la Postmodernidad desecha el pasado como raíz genésica del hombre. Y eso tiene que ver con la muerte del sujeto y la sustitución por la objetividad.

En consecuencia Lyotar define lo postmoderno como resultado de la incredulidad en los metarrelatos (religión, ciencia, psicoanálisis, marxismo, etc.) que en la Modernidad habían hecho concebir al hombre la esperanza en el poder de la razón para mejorar el mundo. En su lugar se instalan los “pequeños relatos”, los juegos lingüísticos sin pretensión. Para él la estética postmoderna es la que no se puede gobernar con reglas preestablecidas, la que no se puede juzgar según principios determinados, siempre poniendo cuidado en no convertir los márgenes (ahora objeto de atención) en nuevos centros. De ahí que la noción de descentramiento, tan cara a Focault o a los deconstructivistas derrideanos sirva de base a este fenómeno.

3.-LA LITERATURA CHIMBOTANA EN LA MAQUINARIA POSTMODERNA

En la última década Chimbote ha asistido a un florecimiento espectacular de publicaciones de libros, revistas, opúsculos, todos orientados a engrosar el afán cultural de un pueblo que galopa a veces frenético, a veces, adormecido. La literatura chimbotana, como parte del controvertido concepto de literatura regional, no puede estar ajena a la era de la globalización. En narrativa como en poesía los escritores se han servido de estrategias y discursos postmodernos, muchas veces de una forma no intencionada. En pocos casos esto ha obedecido a objetivos preestablecidos.

Cuando refiero que en ciertas obras de la literatura chimbotana, así como en el proceso mismo que la va orientado existen rasgos postmodernos no significa que estos ejemplos sean buenos o malos en sí mismo. El postmodernismo no es una moda que supere al pasado moderno porque el mismo hecho de estar más adelante en la historia. La postmodernidad desde el punto de vista estético no es lo mejor ni lo peor, es simplemente una huella de la circunstancia que se instala en la vida actual. Es una forma de entender el mundo y el arte desde el prisma de lo efímero. De esta manera se podrá ver que las observaciones en lo literario así como en sus referentes externos, no se muestran como discursos coherentes y delineados sino a través de pinceladas de una marca que no está del todo tipificada en el medio.

3.1.- CARACTERÍSTICAS EN LA TEXTUALIDAD

a) Lo fractal o golpe al principio de unidad

El concepto de unidad nos dice Lauro Zavalaes uno de los fundamentos de la modernidad. (Zavala, 2003). En literatura se defiende lo fragmentario frente a las narraciones totalizantes. Este hecho viene caracterizado por la falta de tiempo que distingue la vida moderna. Esta idea del fragmento, si bien es cierto no existe como una propuesta definida en la década del 90 en chimbote, si viene dado por el afán de algunos autores en escribir textos breves o intentar hacer cuentos cortos. Eso lo dice, por ejemplo, Julio Orbegozo cuando explica que siempre ha buscado hacer cuentos cortos porque la gente se aburre con los grandes textos. En este rubro de lo fractal se encierran los relatos breves aunque carentes de unidad semiológica de Dante Lecca con Sábado Chico y Señora del Mar, la estrategia algo fallida de construir microrrelatos de Enrique Tamay en Invención de la Bahía, el compromiso con la anécdota simple en La Noche imposible y otros disparates de Jorge Alva Zuñe, los textos brevísimos de Leonidas Delgado en el Tío Cundunda, los cuales mantienen la frescura del color local, no obstante estar opacados por el incipiente manejo de la ruptura entre anécdota como estrategia y la literaridad: condición indispensable de todo buen texto literario.

De una manera mucho más nítida y precisa están los cuadros narrativos y marginales de Jaime Guzmán que ha publicado en su revista Los Zorros. La brevedad (repito: alimentado por la esencia de la fractalidad) es una de la características en que algunos autores vienen usando como repertorio de su narrativa.

Lo que percibimos además en estos ejemplos es que en casi todos ellos la condensación sémica y el juego de la elipsis como fuerza elusiva no están presentes. Esta ausencia es lo que contribuye a crear una estructura incipiente en los relatos. La recuperación de la idea del fragmento para darle al texto una funcionalidad autónoma no es necesariamente una posibilidad estratégica en la literatura chimbotana, sino es la muestra intuitiva que pretende asimilar marcos contextuales a través de cuadros o imágenes que vayan diseñando la configuración de una personalidad local.

b) Ex -centricidad textual

En el pensamiento postmoderno se privilegian los márgenes frente a los centros. En el terreno literario la ex-centricidad se aprecia en diversas vertientes. Una de ellas es que reivindican a las minorías que por razones de sexo, raza o ideología no han aparecido hasta ahora en la historia de la literatura. Ejemplos de esta posibilidad la encontramos claramente en Sábado chico y Señora del Mar de Dante Lecca. Aquí los actantes tienen una funcionalidad discursiva nueva para nuestra literatura: asumen voces y roles que perpetúan lo cotidiano. Este discurso, que sigue la onda del Realismo Minimalista de herencia norteamericana y que tiene muchos seguidores en Lima, penetra en las urbes y reinstala conciencias marginales que no habían aparecido antes.

Este criterio de ex-centricidad que va desplazando los centros a los márgenes que son cada vez más ambiguos, tiene el peligro de la falta de profundidad que muchas veces se puede apreciar en nuestra literatura, ya sea en cuentos, relatos, seudocuentos, novelas, seudonovelas, donde se tiende a la facilidad de la comprensión. Esto conlleva la trivialidad de lo literario.

Este último criterio lo ofrece la voz narrativa de Marco Merry, que desatendiendo un rigor técnico privilegia la argumentación minimalista. Los personajes de sus libros: niños, profesores, adolescentes marginados se caracterizan por su dinámica actancial antes que por su profundización psíquica. Lo mismo ocurre con Los cutreros y Zapatos Rotos de Orbegozo, en el mismo criterio están Sobre el Arenal de Marco Cueva, La Noche Imposible y otros disparates de Alvares Zuñe, y los textos de Dante Lecca

La mayoría de los textos narrativos tienen un hambre argumental que a su vez se satisface con estereotipos imaginativos y emotivos, como en el caso de Marco Merry (Rivarola, 1988). Este proceso se explica en parte por la relación entre los textos y su destinatario, los cuales generalmente vienen hacer los escolares. Cuando los autores buscan identificar la esencia de un puerto en la representación de personajes- tipos como pandilleros, escolares, pescadores, por lo general el repertorio para esta configuración no precipita la simbolización del sujeto descentrado, sino la anécdota que satisface la atención lectora.

En esta misma marginalidad de contexto y de falta de rigor en la construcción de un universo que debe ser autorreferencial, se ubica el fallido cuento de Francisco Vásquez Carrillo, denominado El Justiciero Ideal.

En un mejor nivel estilístico, pero en el ámbito poético encontramos a Antonio Sarmiento enarbolando la onda de lo marginal y de los bordes. Dentro de su postulado miccional, que en principio pretende ser una concepción anti-postmoderna, resulta por su mismo desparpajo y por adentrarse en lo subterráneo, (recuperación paródica del graffiti, las historietas), un discurso postmoderno. Aquí lo marginal está meditado para ser una recurrencia estratégica. Por ejemplo su historieta Ángeles Caídos, lo mismo que su poemario Cantos de Castor, es parte de esta típica propuesta. Aquí el mundo parece devorarse a sí mismo. De allí que el sujeto enunciador, su ideología y su lenguaje no son de la modernidad, sino que se instauran en la lumpenización (Sarmiento, 1999).

c) El escepticismo y la ironía

La moralidad y lo signos de lo moderno parecen haberse desgastado en una lenta caminata hacia el relativismo. Una vez impuesto el criterio de que las sociedades parecen no avanzar como dice Jhon Zarzán, el pesimismo corrosivo se levanta como una gran ola que buscar arrasar lo que emblematice lo caduco y nefasto. En la nueva literatura chimbotana el escepticismo como testimonio de la época se levanta fundamentalmente contra el sistema. No me refiero a los textos de intenciones sociales definidas como en algunas referencia de Julio Orbegozo, sino en aquellos que dejan el residuo de un deseo insatisfecho, como diría Saniel Lozano para referirse a Sábado Chico (Alborada, 2003). En narrativa el escepticismo abrasa a la mayoría de los libros de este género, excepto en aquellos donde el predominio de la religiosidad se impone como rescate de una ética definida de sus autores, como son los casos de Marco Merry o Félix Ruiz Suárez. Este desparpajo, a veces cargados de un escepticismo irónico, se puede apreciar en algunos cuentos de Roger Antón, Enrique Tamay y Dante Lecca. En los textos de éste último, los personajes, no obstante estar sumergidos en el territorio de la fatalidad social, el humor como estrategia mimética del coloquialismo le permite enfrentar la desdicha y el desencanto. En similar dimensión se aprecian en lo textos que conforman Monólogos para Leonardo de Ricardo Ayllón.

La ironía es intrínseca al desarrollo del escepticismo. Descreído de los metarrelatos el autor posmoderno buscar desprestigiarlo con sus juegos y

malabarismos temáticos. Esta irreverente visión que ha heredado del relativismo nietzcheano se manifiesta en el terreno de la poesía con Antonio Sarmiento a través de Cantos de Castor, Ángeles Caídos y en Miguel Rodríguez Liñán con Cadastro. Para el primero la sociedad actual está colapsando por el peso de sus contradicciones. Su poesía es el fiel reflejo –según lo manifiesta él mismo en su propuesta miccionalde la civilización de consumo. (Sarmiento, 1999). De igual modo su texto Ángeles caídos por su misma referencia subterránea, enfrenta al caos desde el caos. Por su parte Cadastro, desmitifica el sentido de la belleza del verso como referencia moderna. Añade a su propia función poética –cuestión que no anula el catalogar estos poemas de Liñán de antiestéticosvocablos del entorno económico. Ayllón al referirse a este poemario lo califica de antipoético, de parodiante, cuestión que resulta ser adecuada, al margen de que su poeticidad tenga un extravagante juego de signos. En estos malabares la idea de función poética clásica de Roman Jakobson y el binarismo significado/significante parecen colapsar, acercándose más al discurso de Jacques Derrida.

La ironía, por lo tanto, en el postmodernismo tiene siempre una referencia a la negación, al desparpajo, al dulce cinismo de la inconformidad (caso Jaime Guzmán en sus relatos marginales). Por eso es que el humor que pueden ofrecer otros relatos, como el de Marco Merry y Leonidas Delgado sean más modernos que postmodernos. La celebración festiva de sus entornos personales los adueña de una eficacia sólo mimética.

d) Amagos intertextuales

La intertextualidad postmoderna en literatura se manifiesta como una forma de parodiar a otros textos o incluir en el texto nuevo un concurso de estilos como el collages, donde se mezclan formas o se intenta satirizar u homenajear el pasado. En la literatura actual de chimbote no se muestra esta característica con una nitidez que permita extraer conclusiones definibles; no obstante, hallamos en Jaime Guzmán, con sus textos firmados con seudónimos sugerentes y sus cuadros narrativos sui géneris una estructura parodiante.

Por otro lado las muestras experimentales que hallamos en la poesía de Ricardo Ayllón con DES/NUDOS, donde recupera estéticas vanguardistas, homenajea el conceptismo de la síntesis entre poesía y pintura. En este mismo rubro Ricardo Cotrina tiene poemas intertextuales que se alternan con viñetas surrealistas. Aquí busca darle a las palabras un estilo que se despoje de la significatividad moderna para adquirir en la nueva estructura un diseño que juegue con las competencias del lector.

Los textos de El anciano y la Serpiente de Félix Ruiz Suárez no son postmodernos a pesar de que se estructuran en torno de la parábola y de la fábula, debido a que la funcionalidad de los signos son conservadores. No hay irreverencia. El aparente homenaje al pasado se diluye por esta referencia moralista.

3.2.-CARACTERÍSTICAS EN LA EXTRATEXTUALIDAD

a) Reconocimiento de nuestra axiología literaria dentro del sistema

Una vez desplazado el criterio de que la verdad era absoluta o pertenecía una élite como en el modernismo, los artistas posmodernos fracturan las verdades y las relativizan. Este criterio, repito, que se hereda desde las comarcas de Nietzche otorga a las particularidades (regiones) el reconocimiento de que su axiología tiene validez universal. Por eso el criterio de Literatura Chimbotana es reconocible. En este contexto coincido con la idea de Gonzalo Pantigoso cuando incorpora la visión regional al signo de lo nacional. El centro se ha roto para siempre, el centralismo está condenado a sucumbir en su propia contradicción. No lo harán los actores culturales, lo hará el propio cáncer que ya lo esta aniquilando. Por eso que la pluralidad de voces se está haciendo escuchar cada vez más en los discursos regionales. Lima va dejando de ser el epicentro de la modernización y dentro de algunos años otros mecanismos gobernarán el curso dialéctico social. En chimbote se percibe este reconocimiento de los escritores que están convirtiendo los textos en pretextos (crítica literaria).

b) Masificación del producto y multiplicación organizativa

Hay cierta coincidencia en que el boom de la literatura chimbotana, en el orden de las publicaciones, obedece a la era de globalización. Si bien es cierto, como dice Rafael Pineda Reyes, de que la literatura regional tiene poca fuerza para competir todavía afuera, por la primacía de los autores consagrados (Alborada, 2003), no obstante la creciente masificación de ventas en la localidad obedece a una nueva visión de la literatura. No es coincidente que la narrativa se venda más y que la poesía quede relegada al conjuro monacal de la crítica. Las continuas reediciones de Todo por Amor y Del Mar a la Ciudad, fenómenos singulares en comparación con el resto de provincias, son ejemplos de esta direccionalidad. A esto se unen autores que compiten por entrar al mercado que es básicamente escolar. Por eso no se casual que muchos poetas incursionen en la narrativa, campo que les ofrece un mayor universo de lectoría.

También en esta nueva era la literatura busca otros medios de difusión como el uso del Internet. La aparición de Navíos, revista virtual que nace con la colaboración de Javier Urbano, Ricardo Ayllón y otros, se une al Ornitorrinco, en cuyos canales se viene publicando los textos de poetas y narradores locales.

El producto se abarata, la masificación crece y las voces relegadas van alcanzando un sitial en la narrativa y en la poesía, como es el caso de las periódicas publicaciones que hiciera Víctor Hugo Alvítez, con sus series Cuéntame maruchita y Remando.

Por otro lado las organizaciones y voces alumbradas por la emotividad y el deseo de querer perpetuar el presente se multiplican. Esto es un típico anuncio de la posmodernidad. Es que el ser humano al irse diluyendo tiene la necesidad de dejar huella. Bajo este crisol surgen nuevas revistas, nuevas plaquetas. Ya sea en forma individual o grupal el artista chimbotano busca potencializar su escritura y su voz en la totalidad del producto. A veces se mueve más por el entusiasmo que por el rigor técnico y lingüístico. Tampoco les importa si emergen para vivir por un día y para ser olvidados por su no persistencia en el trabajo literario. Esta discontinuidad es una típica marca de lo postmoderno.

c) Deconstruccción del término Escritor Moderno

Esta característica, al igual que las otras mencionadas, se inserta en casi todas las llamadas Literaturas Regionales del Perú. Se ha desmitificado el término de escritor como se lo consideraba dentro de la Modernidad. El escritor no es más el que representaba la conciencia de su comunidad nacional. La multiplicidad de voces y de valores contrarresta esta postura, al margen de que los escritores consagrados (Caso Vargas Llosa) sigan esta perspectiva.

Por lo tanto partimos de una noción simple: si existe literatura chimbotana es lógico que el término escritor adquiera una nueva significatividad. El relativismo cultural y la deconstrucción enseñan que los metatextos que asumen una visión crítica cerrada para convertirse en filtros estéticos son absolutamente interpretables. ¿Cómo definir la verdad con respecto a esta idea? ¿Quién tiene la verdad para tipificar lo bueno de lo no bueno? Esto se aclara según Lyotar performativamente, es decir mediante el uso de un cierto poder de decir de los participantes. Por lo tanto el término escritor chimbotano es un concepto que reconoce la pluralidad de voces, que asume que la verdad antes diseñadas sobre un centro único ha caducado. Otra cuestión es catalogar al escritor dentro de jerarquías valorativa. En esto concurre el criterio del metatexto y la cooparticipación efectiva de sus sujetos enunciadores (escritores) y donde se considere que todo texto sea capaz de ser asumido como un pretexto que requiera su deconstrucción.

Ahora el peligro de este concepto Escritor reside en llevar al extremo la idea de los bordes, como decía Lyotard. Cuando la literatura se trivilializa en su intención estética, cuando los medios tienen el desparpajo de producir sin tregua porque el sujeto asume su verdad como la verdad y, cuando el receptor es incapaz de asumir un juicio definido, surgen sujetos enunciadores que aprovechan estos márgenes. No faltará en este sentido una banalización de la literatura para desembocar en lo sub-literario y hasta caer en la negación de la misma. Esto va más allá de lo estrictamente textual, y tiene que ver con el lector y texto. Es increíble que existan receptores que pueden aceptar seudonovelas como Renacimiento del Amor, de peligrosa circulación en los medios escolares chimbotanos. Esto está motivado muchas veces por docentes carentes de todo criterio. La absoluta precariedad de este discurso y la confianza autodeterminativa de su autor, nos muestra el riesgo en que se cae cuando los instrumentos de la postmodernidad –en el contexto social- se vuelven extremos.


4.- BALANCE Y PERSPECTIVAS

A pesar de lo último no somos apocalípticos con respecto al devenir de la literatura chimbotana para pensar que la postmodernidad sea una concepción ideológica nefasta. Si bien es cierto que algunos de sus criterios son nocivos, como la enajenación cultural y el desborde incontrolable del producto, no obstante es posible insertar un proyecto dentro de los marcos actuales. Eso sí sin caer en el fetichismo textual (discursos carentes de sentido).

El peligro de este criterio también reside en que las voces literarias (antiguas o actuales, inmigrantes, no inmigrantes) no asumen posiciones narrativas o poéticas dentro de una conceptualización definible. Cuando se cree que los pretextos (imitación de autores para seguir un estilo) son aceptables no hay criticidad del propio trabajo y se piensa que lo novedoso es bueno en sí mismo-

Sobre esta posibilidad el llamado término de identidad e idiosincrasia ya no puede partir de una noción mimética en que los valores sean asumidos como inviolables y la tradicionalidad resulte inmutable. Si bien es cierto que no se puede recepcionar una estética literaria gratuitamente a través de un precario análisis de sus formalizaciones discursivas, tampoco es posible aceptar la ecuación reduccionista de literatura = identidad. No estoy convencido con la idea de que la literatura pueda contribuir eficazmente a un proyecto de identidad local, en este caso pienso en la literatura borgiana y cortazariana. Sí creo que el referente actual debe abarcar una serie de sincretismos, donde exista el autorreconocimiento del autor sobre lo que hace y para qué lo hace. En este sentido es válida la idea de metacrítica del orden ideológico-político que postula el chileno Omar Rojo. Aquí el análisis de los elementos textuales y extratextuales que debe efectuar el escritor local debe contribuir a pensar que no vivimos en una comunidad inmutable.

El rol que nos toca asumir es reconocer que la literatura chimbotana aún debe a firmar su posibilidad estética. No se trata de construir universos locales físicos, sino de universalizar el sujeto histórico presente (si es que lo quiere asumir dentro del criterio cuestionable de la identidad).

5.- CONCLUSIONES

1) El discurso postmoderno chimbotano no es resultado de una propuesta colectiva o personal definidas, sino que se da como resultado de los contrastes e influencias que está sufriendo el arte en general en Latinoamérica.

2) Los narradores y poetas mencionados no tienen conciencia postmoderna concreta, sino que sus textos muestran destellos de esta ideología. Esto significa que sin saberlo vienen siendo arrastrados por el flujo silencioso del postmodernismo. Por eso no todas las características de este nuevo esteticismo se evidencian en un solo autor.

3) El postmodernismo en chimbote se muestra generalmente en el orden de la narrativa, siendo en lo poético la postura de Antonio Sarmiento la más definible.

4) Los peligros de lo postmoderno residen en la función alienante de creer que toda la estética foránea es buena, así como llevar al extremo la excentricidad discursiva y de su proceso. Aquí el papel de autor para reconocer en qué margen de la realidad se encuentra es decisivo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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12).-www. cuentoenred.org/cer/numeros/ no_7/pdfs/07CER-1_pantoja.pdf

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